Este blogfolio reúne trabajos de mi autoría realizados en el marco de la Diplomatura Superior en Educación y Nuevas Tecnologias, FLACSO-Argentina, además de algunos otros textos que en diversas ocasiones escribí sobre la compleja y rica relación entre lectura, escritura y nuevas tecnologías.


Educar en el siglo XXI, entre el lápiz y la computadora

El blogfolio ha sido creado en el marco de la Diplomatura en Educación y Nuevas Teconologías, que se dicta en FLACSO-Argentina, cohorte 2008-2009, como una de las actividades prácticas del cursado. De esta manera, los posteos tendrán como objetivo básico responder a algunas de las consignas de trabajo propias del posgrado.


He elegido este tema en función de mi trabajo profesional como docente en el área de Lengua, en el afán de profundizar sobre los complejos procesos de aprendizaje del lenguaje escrito. En este sentido, desde hace tiempo la polémica sobre el impacto de las nuevas tecnologías en las culturas infantiles y juveniles, o generaciones @, tiene una fuerte presencia en las escuelas, en los medios, en los espacios de capacitación docente. Sin embargo, no es fácil ponerse de acuerdo. La dicotomía entre la tecnofilia y la tecnofobia se queda en la superficie del problema (o más bien lo evade), desde posiciones que muchas veces no tienen más fundamento que los temores inútilmente disimulados de generaciones de maestros y profesores ante aquello que ya no se puede "controlar".
Se habla asimismo de nuevas alfabetizaciones, de analfabetos funcionales, de iletrismo, de alfabetización emergente. Una compleja temática que no podemos eludir quienes trabajamos en educación, siendo, por el contrario, nuestra responsabilidad investigar, formarnos, aprender, observar lo que sucede en las aulas, escuchar a nuestros alumnos, dialogar con ellos. Y a la vez, dialogar con nuestros colegas de las diferentes áreas, compartir temores, dudas, encuentros, logros. Posiblemente, de esa manera, el aprendizaje colaborativo del que hoy tanto se habla, comience a ser el signo de una nueva educación para todos.

E-mail: beatriz.vottero@gmail.com

14 nov 2008

Bases y actualización en tecnología aplicada

Internet-Sociedad-Escuela: en busca del tiempo perdido

La conocida conferencia de Manuel Castells, “Internet y la sociedad red”, nos entrega un magnífico cuadro para comprender, y repensar, los aspectos relevantes de la era Internet, desde un posicionamiento que, sin ser neutral, propone un recorrido esclarecedor que no escatima confrontar con los principales mitos que se han construido en torno al fenómeno de la red de redes. De este modo, a través de diez ítems analiza cómo Internet ha impactado de modo irreductible en los distintos órdenes de la vida, generando un nuevo paradigma cultural que se extiende de modo eficiente, veloz e inexorable.
En ese recorrido no hace alusión específica a la educación formal en esta sociedad red, aunque muchas de sus consideraciones pueden servirnos para asumir una perspectiva particular sobre el tema.
La escuela, al decir de Guillermina Tiramonti (2003), se encuentra en la encrucijada del cambio epocal, debido a que “nació asociada a otras circunstancias sociales, políticas y culturales”, propias de la sociedad industrial, y hoy sufre una marcada “asimetría” con el momento actual, del que se encuentra fuertemente distanciada.
En este sentido, y como lo demuestran innumerables investigaciones, la escuela permanece refractaria a la enorme dimensión de la revolución tecnológica, posicionada más bien en la tendencia (mencionada asimismo por Castells) a ver en Internet, particularmente, un factor de riesgo que pone en peligro sus más ilustres propósitos
[1].
Sin embargo, como señala Tiramonti, “todo el desarrollo intelectual del siglo XX estuvo anclado en la visión de los caminos del ‘progreso’, donde el presente se diluye y legitima por sus raíces en el pasado y por sus promesas para el futuro, [y] la escuela es una institución tradicionalmente anclada en esta secuencia temporal”.
En este sentido, la institución escolar, en tanto conserva (aunque no de modo exclusivo) el mandato de la sociedad a educar a las nuevas generaciones, debería ser un espacio natural (y de privilegio para los sectores menos favorecidos) donde los nuevos modos de comunicación en red y de construcción del conocimiento encontraran un ámbito de despliegue y de desarrollo. Ello no quita que la propia escuela como esfera académica, investigue (desde perspectivas epistemológicas) el impacto que Internet provoca en las nuevas sociedades y en los nuevos procesos de pensamiento.
Para Castells (2000), “Internet no es simplemente una tecnología; es el medio de comunicación que constituye la forma organizativa de nuestras sociedades, es el equivalente a lo que fue la factoría en la era industrial o la gran corporación en la era industrial. Internet es el corazón de un nuevo paradigma sociotécnico que constituye en realidad la base material de nuestras vidas y de nuestras formas de relación, de trabajo y de comunicación”.
En el mismo sentido, Tarasow y Pedregal (2008), aseguran que “las tecnologías no son ni ‘buenas’ ni ‘malas’, ya que dependen de los contextos, se encadenan con los usos e intereses sociales, pero tampoco son neutras, ya que su configuración condiciona, restringe o amplía las maneras sociales de hacer las cosas (producir, comunicar, etc.)”.
En este marco, seguramente el desafío más grande para la escuela es el de estar a la altura de los cambios para garantizar la inclusión, ya no sólo “en el sistema”, sino, sobre todo, en la nueva sociedad, en particular de aquellos niños, jóvenes y adultos que se encuentran en contextos de vulnerabilidad social. Ello si quiere mantenerse fiel a sus más nobles principios, fundados en la igualdad de oportunidades que propicie la movilidad social. De lo contrario, la Internet seguirá siendo, a pesar de su rápida extensión de uso, un factor de desigualdad social que distinga a aquellos que se sirven de ella para una mejor calidad de vida, de aquellos que, simplemente, se conectan. Para ello tomamos la afirmación de Castells de que no se trata de un problema de conectividad, ya que “lo que sí se observa en aquellas personas, sobre todo estudiantes, niños, que están conectadas, es que aparece un segundo elemento de división social mucho más importante que la conectividad técnica, y es la capacidad educativa y cultural de utilizar Internet. (…) De lo que se trata es de saber dónde está la información, cómo buscarla, cómo procesarla, cómo transformarla en conocimiento específico para lo que se quiere hacer. Esa capacidad de aprender a aprender, esa capacidad de saber qué hacer con lo que se aprende, esa capacidad es socialmente desigual y está ligada al origen social, al origen familiar, al nivel cultural, al nivel de educación. Es ahí donde está, empíricamente hablando, la divisoria digital en estos momentos”. Y es allí, agregamos, donde la escuela no puede seguir perdiendo el tiempo en escenas de lamento, sino que debe asumir, como señala Castells, que “Internet es el tejido de nuestras vidas en este momento. No es futuro. Es presente”.

BIBLIOGRAFÍA
CASTELLS, Manuel (2000) “Internet y la sociedad red”. Lección inaugural del programa de doctorado sobre la sociedad de la información y el conocimiento UOC. Universidad Abierta de Cataluña. Disponible en
http://www.uoc.es/web/cat/articles/castells/castellsmain12.html
TARASOW, Fabio; PEDREGAL, Nicolás (2008) "Convergencia tecnológica" texto de apertura del módulo BATA incluido en la lectura básica. Diplomatura Superior en Educación y Nuevas Tecnologías, FLACSO-Argentina, cohorte 2008.
TIRAMONTI, Guillermina (2003) “La escuela en la encrucijada del cambio epocal” en Revista Propuesta Educativa N° 26, julio de 2003.
[1] Al respecto, considero que el aspecto que despierta mayor inquietud en el entorno escolar, es el que Castells refiere al señalar que “la famosa idea de que Internet es algo incontrolable, algo libertario, etc. está en la tecnología, pero es porque esta tecnología ha sido diseñada, a lo largo de su historia, con esta intención”. Este principio, aunque basado en la comunicación libre, base de una democracia ideal a la que la escuela no puede oponerse (recordemos que la educación moderna nace bajo la consigna del ideal iluminista de Igualdad), contrasta con la tradición escolar que ha tendido, desde su inicio, a la idea de control de manos del docente, tanto de lo que los alumnos leen y escriben, como de lo que pueden hablar en clase.

1 comentario:

Ana Carolina Wojtun dijo...

Hola Bea: coincido con vos plenamente, la escuela YA tiene que ponerse en marcha! El entorno tecnológico en el cual estamos viviendo (Echeverría) implica pensar una escuela específica que se sume a la anterior y la resignifique.
Caro